martes, 28 de agosto de 2007

AL FINAL DEL DIA

Hoy en la noche tuve la oportunidad de asistir a una fiesta de cumpleaños a la que fui invitada por medio de una amiga, la madre del agasajado ya la conocía de un trabajo anterior, hace aproximadamente mas de un año había tenido un accidente automovilístico terrible en el que casi muere, choco contra un árbol, y para colmo dicho árbol tenia un enjambre de abejas, situación que empeoro el estado de sus heridas. Fue enviada a una clínica en la que no le dieron la asistencia oportuna y en la que casi muere por infección. Su cuerpo ya ha sufrido múltiples operaciones y su rostro aun muestra secuelas. No pasa de 60 años, un solo hijo, divorciada. Su espíritu semeja al que debería tener alguien de mi edad o de menos. Hoy era el alma de la reunión, con chistes y anécdotas que llenaban de alegría el lugar, con la algarabía y el alboroto a flor de piel. El haber estado al borde la muerte puede que haya incrementado su espíritu alentador, pero no es menos cierto que gracias a la actitud demostrada durante su tragedia, según opiniones médicas, fue lo que ayudo a su milagrosa recuperación. Uno no se cansaba de ver a esta mujer de aquí para allá, con una energía desbordante, y no dejaba de recordarme como es que a veces nos quejamos de cosas tan banales que no tienen la menor importancia, y dejamos de darle la propia a las que realmente la tienen. Como a veces dejamos de apreciar y valorar los detalles, momentos y situaciones que quizás para algunos pasan desapercibidos, pero que para nosotros tienen un valor incalculable, aunque los demás ni se enteren de que para nosotros si lo son. Como nos sentimos imposibilitados de afrontar ciertas situaciones por miedo, desconocimiento o desconfianza. Como no captamos que cada vez que abrimos los ojos en la mañana ya es una nueva oportunidad de inicio, de salir a buscar aun cuando no encontremos nada ese día, aunque siempre se aprende algo como hoy, aunque solo sea al final del día.

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